De cuidados y mantenimiento muy fáciles, los lirios seducen por sus espectaculares flores y su múltiple colorido. Hazle un hueco en tu jardín o balcón porque con los lirios tendrás flores año tras año sin demasiadas atenciones.
Los lirios son una planta bulbosa perenne del género Lilium. Ésta cuenta con muchas especies e híbridos. Sus grandes flores majestuosas generalmente son perfumadas y nos ofrecen una amplia paleta de colores, que va desde el blanco más puro al rojo oscuro, pasando por el amarillo, el rosa, el púrpura o el naranja.
Especialmente adecuados para ramos de flores, éstos pueden plantar en cualquier jardín ya que son plantas muy resistentes capaces de soportar hasta temperaturas de -20 grados. Su resistencia es variable, en función de la especie y la variedad. Además son muy fáciles de cultivar ya que casi no requieren mantenimiento y florecen nuevamente año tras año.
Su cultivo en interior también es posible, siempre y cuando elijas una variedad apropiada para ello. Eso sí, ten en cuenta que los lirios pueden llegar a medir más de 2 metros de altura.
Cuidados y mantenimiento de los lirios
Los lirios son muy versátiles en cuento a tipos de suelos y se adaptan a todos. Lo único que necesitan es que éstos estén bien drenados. No obstantes, cuanto más ricos en humus y más húmedos sean, mejor para ellos.
En cuanto a la exposición del sol, éstos la agradecen. Aunque también necesitan semisombra. Como ya decíamos anteriormente son plantas que florecen cada año. Para la floración, de la planta crece un gran tallo del que salen varias flores que florecen una tras otra. Dependiendo de la variedad, la floración se produce entre los meses de mayo y las primeras heladas.
Su mantenimiento se limita a unos pocos pasos muy sencillos. Por ejemplo debes tutelar los tallos de las flores solo si es necesario, también debes quitar las flores marchitas y mantener el suelo ligeramente húmedo durante la estación de crecimiento. También puedes añadir abono orgánico en primavera.
Cuidados a tener, sobre todo el no cortar las hojas hasta que no estén marchitas del todo, porque mientras lo hacen la planta coge reservas para la siguiente floración.